El Salón de Frankfort no es cualquier evento del automóvil. Con su carácter bienal, es uno de los mejores termómetros de la industria del automóvil, y no sólo en Europa, si no a nivel mundial.

Dicho esto, ¿qué ha pasado en esta edición? La respuesta es sencilla de decir pero más difícil de interpretar. Se han presentado varios prototipos (como el Mercedes Clase S Coupé Concep o el Infiniti Q30)  y modelos definitivos (Audi A3 Cabrio o Renault Megane 2014), además de diferentes propuestas de movilidad y especialmente, nuevos y más completos sistemas multimedia que nos permitirán acceder a nuevas y mejoradas funciones para estar siempre conectados.

Esta es la parte fácil de decir. La más complicada es interpretar si este es el camino que la industria debería haber tomado para conseguir… ¿qué objetivos? Lamentablemente en nuestra opinión, no podemos ser muy condescendientes.

En primer lugar, debe quedar claro que la industria del automóvil, por su peso relativo dentro de la economía europea, y por las no pocas ni pingues ayudas que recibe del contribuyente, tiene la responsabilidad de alcanzar su máximo potencial para contribuir a dejar atrás el fantasma de la recesión económica. Creo que tendría esa responsabilidad aunque no recibiera ningún tipo de ayuda. Ser competitivos y crear riqueza es una obligación individual que como ciudadanos que reciben prestaciones por parte de la sociedad del bienestar todos tenemos.

Sin embargo, la indefinición en los planes de movilidad puede empezar a ser algo desesperante. Seguimos sin tomar una vía por la que apostar plenamente en cuestiones de movilidad, mientras la Espada de Damocles sigue pendiendo sobre nuestras cabezas y el precio del crudo asciende. ¿Realmente es necesario que el precio del petroleo sea impagable para que optemos por una de las múltiples soluciones? ¿Habrá entonces margen de maniobra?

El problema es que hoy no tomamos una decisión porque no sabemos qué es rentable en función del futuro coste del combustible, pero de seguir así, el coste será la única variable, y no parece la estrategia  más razonable.

Por otro lado el denodado empeño de la industria en avanzar en sistemas multimedia parece una carrera de un galgo contra un conejo de canódromo. Por mucho que esta se empeña en seguirle el paso al entorno multimedia, resulta imposible predecir cual será el próximo paso. El uso de sistemas con aplicaciones instalables deja la puerta abierta mejores tasas de actualización, de manera que el sistema no se quede obsoleto en el momento en que las preferencias de uso cambien, pero la presencia de entornos de software cerrados dificulta el desarrollo de aplicaciones específicas por parte de los propios creadores de nuevas aplicaciones móviles.

La vertiente positiva de este salón, sin embargo, es que resulta evidente por la cantidad y diversidad de agentes implicados, así como por la cobertura mediática recibida y los productos presentados, que si bien quizá, como hemos señalado, no se estén haciendo las cosas tan bien como nos gustaría, se están poniendo tanto el empeño como los medios humanos y técnicos para encontrar las nuevas vías de desarrollo del sector.